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Tuan: la metamorfosis de una leyenda

 Tuan: la metamorfosis de una leyenda



Arthur Rackham's black and white illustration for "The Story of Tuan Mac Cairill" 
from ''Irish Fairy Tales'' (1920)




El recuerdo funda la cadena de la tradición que se retransmite de

generación en generación. Constituye, en un sentido amplio, lo músico

de la épica. Abarca las formas músicas específicas de la épica. Y entre

ellas, se distingue ante nada, aquélla encarnada en el narrador. (Benjamin, 1936)




En el folclore de todo el mundo, el paso del tiempo y la metamorfosis son motivos recurrentes. El ser humano ha permanecido pero también se ha transformado. El tiempo cambia con el espacio: algo permanece y algo se transforma. En el tiempo también mutan las historias. Adquieren un ritmo que perdura pero al mismo tiempo varía. En estas historias, muchos poetas son personajes que tuvieron una vida más extensa que cualquier otro ser humano y debieron experimentar múltiples metamorfosis para permanecer en el mundo, para transmitir las historias.

Son numerosos los ejemplos de personajes que vivieron cientos o miles de años y fueron considerados grandes narradores dentro de la cultura irlandesa. Oisin y Fintan quedarán para un futuro análisis y me centraré en la figura que condensa con más fuerza lo que me propongo transmitir: Tuan Mac Cairill.  Este personaje estuvo en la tierra esmeralda desde el principio de los tiempos, cambió sus formas físicas para sobrevivir a través de los siglos. Fue llamado sabio, profeta, poeta.

Pero ¿qué significaba ser un poeta en la Irlanda precristiana? Hay documentos greco-romanos que refieren a los sacerdotes celtas y sus jerarquías. En un estudio más actual, Miranda J. Green menciona a los druidas y videntes dentro de la llamada clase culta. Estos últimos eran profetas que se encargaban de la adivinación, la poesía y la enseñanza. La tríada concluye con los bardos, quienes recitaban poemas de alabanza y narraban historias. Videntes y bardos se encargaban de la transmisión oral de su cultura, aunque dentro de un círculo reducido. Por otra parte, se cree que los druidas se negaban a documentar por escrito su tradición. Sin embargo, las historias -en su afán por sobrevivir- trascendieron esos límites. Muchas de ellas hallaron cierta transformación y cristalización en los manuscritos de los monjes gaélicos y cristianos. Aún así,  las versiones más fieles a la cultura celta también tuvieron lugar en la Edad Media  y, paralelamente, estas leyendas continuaron su curso por el río de la oralidad.


Cuando nos referimos a la transmisión oral, no podemos omitir el carácter cambiante de los textos: ”Hay cuentos tradicionales (...), legados en una continua cadena de transmisión, sujetos a omisiones e interpretaciones erróneas, pero manteniendo cierta identidad y poder de regeneración.” (Zipes, 2012). Por lo tanto, es difícil pensar el folclore como algo estático aún en los tiempos de la escritura: las variadas versiones escritas de un mito, una leyenda o un cuento tradicional no son otra cosa que huellas de la oralidad.


Cambia la tierra, cambia la historia, cambia el poeta

Como he mencionado anteriormente, las leyendas parecen danzar al ritmo del cambio constante, de una manera tal, que tiempo y transformación se vuelven inseparables. A esta cadena se une un eslabón clave para la supervivencia de las leyendas: el poeta. 

El Leabhar Ghabhála (Libro de las invasiones) narra la llegada de los sucesivos pueblos que habitaron la isla, sus disputas y sus muertes, permanencias y huidas. En cuanto al personaje que nos convoca, su aparición en la isla tuvo lugar trecientos doce años después del diluvio. Llegó con Partholon y fue el único sobreviviente a una enfermedad mortal. En ese momento, no pertenecía a la familia Cairill, sino que era hijo de Stairn.

Después de perder a todos sus compañeros y compañeras, vagó durante 22 años. Logró huir de los lobos hambrientos, soportó la soledad, buscó refugio en las cavernas. Pero esta información no figura dentro de la epopeya del Libro de las invasiones. Se trata de una leyenda que se conservó en tres manuscritos: uno fechado en el año 1.100, el segundo en el siglo XV y el tercero en el XVI. En ella, se cuenta brevemente lo ocurrido en Irlanda desde la llegada de Patholon y su gente, hasta la conquista de los Hijos de Mile. 

Según el Libro de las invasiones y el poema que presenta a Tuan, el ser humano es quien trae el movimiento a la isla, quien inicia los cambios en la geografía. En la era de Partholon, brotaron lagos y las llanuras tuvieron un  nombre. Ese fue el comienzo de una larga lista de metamorfosis.

Pero el condimento nuevo y enriquecedor que aporta el poema de Tuan es que el personaje experimenta una serie de transformaciones físicas en sincronía con los cambios que se dan en la isla. Tanto en su vida como en la vida de Irlanda hay quietud y silencio, hay movimiento y cambio. Cada metamorfosis del personaje parece corresponder a la llegada de un pueblo. A la venida de Nemed  y sus descendientes corresponde la forma de ciervo; a la venida de los Fir Domnainn los Fir Bolg y los Fig Gailain le corresponde la forma de jabalí. Luego llegan los Tuatha Dé Danann y Tuan se transforma en buitre o águila marina. Continúa con la venida de los Hijos de Mile y el cambio de buitre a salmón. Finalmente vuelve a tomar forma humana.

Markale afirma que “el hecho de que (Tuan) viva muchas vidas se justifica solamente por la necesidad del autor por presentar un resumen de la historia legendaria de Irlanda.” . Seguramente haya fundamentos para esta hipótesis. Aún así, me animo a decir que estos cambios del personaje se encuentran en sintonía con toda la epopeya: se transforma él como se transforma Irlanda. Pero las metamorfosis no se agotan ahí; aparecen en otros niveles. Esto se puede identificar en el proceso que experimentó la gente de Nemed; parte del pueblo había escapado de la isla pero volvieron sus descendientes convertidos en las tribus de los Fir Bolg. Más tarde retornaron convertidos en los Tuatha Dé Danann. 

Con la llegada de los Hijos de Mile, parece finalizar el caótico proceso de las distintas “conquistas”. A su vez, Tuan se transforma en un salmón que es comido por una reina. De esta manera, se da lugar a la gestación de Tuan en el vientre de la mujer. Otra metamorfosis está en proceso. 

Todo lo vivido se conserva en él, se resguarda en este ser fantástico. Nunca parece haber perdido conciencia de sí mismo: “Recuerdo el tiempo que permanecí en el vientre de la mujer de Carill. Recuerdo también que, después de aquello, comencé a hablar como los hombres.”.

Sus palabras siguientes son significativas, ya se advierte otra nueva metamorfosis: la del apellido. Ya no es Tuan, hijo de Stairn, sino Tuan Mac Cairill: “Sabía todo lo que había sucedido en Irlanda. Fui profeta y me pusieron un nombre: Tuan Mac Cairill. En este sentido, profeta y poeta son conceptos similares. Así lo afirma Markale al referirse a Finn Mac Cumall como héroe-poeta del folclore irlandés en su libro La epopeya celta de Irlanda.

El cambio de apellido de Tuan coincide también con el fin de las invasiones y, en mi opinión, es bajo este nuevo linaje que se termina de consagrar como poeta.



Imagen: autor no encontrado


Para contar, deberás vivir

Tuan transita todas estas transformaciones sin que en ningún momento se hable de la muerte. Quizás el hecho de que envejezca, esté débil y busque cavernas o huecos de árboles para que se lleve a cabo la metamorfosis nos remita a la idea de muerte. Lo cierto es que en el texto se habla, principalmente, de metamorfosis físicas. Su alma no deja de permanecer en el mundo terrenal. Su vida parece tener una continuidad, un ritmo de quietud y movimiento que también podría pensarse como una unidad: vida-muerte, en donde la muerte es de alguna forma parte de la vida.

El ritmo de la vida y la muerte es la música de esta leyenda y del Leabhar Ghabhála . Este poeta debe preservarse en la isla para formar parte de ella, para ser testigo de las hazañas y para contar esas historias. Debe vivir. debe contar: “Pero no hay desastre del que no sobreviva un hombre para contar su historia. Y yo soy ese hombre.” Estas afirmaciones del personaje se presentan en el comienzo del poema.

Tuan, en su existencia de poeta, no podrá irse del mundo de los vivos sin compartir esas historias que durante tanto tiempo lo han acompañado.

Según la versión pagana, pudo contar los relatos de los antiguos pueblos a los Hijos de Mile. Ellos se encargaron de transmitirlos de generación en generación. Así el pasado irlandés logró sobrevivir en la memoria de su gente. En este punto es donde la narración muestra un claro proceso de transformación. Es lanzada como una lluvia de semillas a la tierra fecunda de la oralidad. Deja su hogar de origen (Tuan) y busca otros poetas para cobrar nueva voz y nueva forma.

Si no se hubieran recreado más versiones sobre esta leyenda, quizás la vida de Tuan habría quedado detenida, porque su función de narrador ya había sido cumplida. Pero con la llegada del Cristianismo a Irlanda, muchos textos del folclore fueron volcados en manuscritos por los monjes y se modificaron ¿Podemos decir entonces que así como cambia Irlanda, cambia Tuan, cambia la leyenda? La intervención del Cristianismo alargó la vida de Tuan, lo llevó a transitar por el mundo mil quinientos años. Como otras historias lo demuestran (ciclo de Oisin), el Cristianismo despertó o revivió a personajes que eran poetas de la cultura gaélica y los hizo hablar frente a santos como San Patricio o San Finnen. Este último fue quien se sentó frente a Tuan y escuchó todo lo que había acontecido en tiempos pretéritos. Pero Tuan no sólo habló de Irlanda, sino que contó sus experiencias más íntimas, sus miedos profundos. Este “revivir” del personaje, este diálogo imaginario es una forma de metamorfosis de la leyenda original. Por lo tanto, no sólo se extiende la vida de Tuan, sino que se continúa tejiendo la leyenda: muta y permanece en otra forma. 

Mi intención no es establecer algún tipo de juicio sobre la intervención del Cristianismo en la tradición gaélica. En cambio, sí me interesa subrayar cómo el proceso de metamorfosis abarca todas las dimensiones posibles de esta leyenda. Su riqueza quizás se halle en ese infinito transitar del poeta, de Tuan Mac Cairill: “Pero es ante nada en el moribundo que, no sólo el saber y la sabiduría del hombre adquieren una forma transmisible, sino sobre todo su vida vivida, y ése es el material del que nacen las historias” (Benjamin, 1936).


Fragmentos de la leyenda de Tuan Mac Cairill 

( traducción de Javier Luca de Tena)

Una tarde me adormecí y desperté bajo la forma de un ciervo. Fui joven y mi espíritu se alegró.

Entonces canté estas estrofas:

La fuerza es hoy para el hijo de Senba.

Ha sido dotado de vigor

y no faltará renombre a su nueva fuerza.

 

El hijo de Senba era un valiente anciano.

A los hombres que venían del este

con sus venablos, origen de su valor,

no tenía fuerzas ya ni en manos ni en pies

para rechazarlos.

 

Cerca de mí ha llegado

la raza de Nemed, hijo de Agnoman.

Ardientes son contra mí sus golpes

para infligirme la primera herida.

Entonces de mi cabeza nacieron

dos cuernos con tres veintenas de puntas.


(...)



Una mañana que estaba en Dun Bré,

combatiendo contra los viejos machos,

era hermosa mi tropa a través de las marismas

era hermoso el ejército que me seguía.

Mi tropa era rápida

entre el ejército enemigo.

Lanzaban todos ellos sus venablos

contra los guerreros de Irlanda.

Una vez, se nos convocó a todos

para decidir el juicio de Partholon.

Mis cánticos sonaron dulces a todos:

fueron palabras de bienvenida.


Cuando tomé esta forma animal, me convertí en el jefe de los rebaños de Irlanda. Grandes rebaños de ciervos corrían a mi alrededor, por donde quiera que fuese. Tal fue mi vida en los tiempos de Nemed.





Ilustración: Jim FitzPatrick


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Ensayo: Gabriela Troiano.
Publicado en la revista ADEH (segunda edición, 2020)
Blog de ADEH: http://adehumanis.blogspot.com/
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